Los adolescentes y jóvenes de hoy exigen que sus profesores se conviertan en sinceros amigos, pues sólo así podrán descubrir en ellos las cualidades que, a veces, duermen bajo sus defectos. El mundo del niño, adolescente o joven es la amistad y sólo desde la "amistad" se dejan educar.
Presentarse en el aula como verdadero amigo, que buscará siempre su bien. Los niños, adolescentes y jóvenes que son tratados desde la sabrosa palestra de la amistad, no plantean problemas para el aprendizaje de la verdad en sus diferentes vertientes y áreas.
La esencia de la propia educación es que cada educando se convierta en el agente activo de su educación integral. El clima de amistad abre con gran facilidad el corazón del niño y adolescente a realizar ese maravilloso mundo que lleva dentro.
La formación no es construir a base de "fichas", sino hacer jugar las fuerzas interiores, para que reflexionando sobre Dios, el hombre y el mundo, se despierte en los alumnos el deseo de realizar su proyecto personal de vida. Desde el marco vivencial de amistad es como se puede realizar ese proyecto personal.
El secreto de la buena educación será respetar la naturaleza concreta del educando. Hay que estimularle pero dejándole libre. Esto es posible en una atmósfera de amistad, libre de roces sociales, impuestos por la propaganda, el ambiente, el dinero y los "slogans".
La educación ayuda a tomar conciencia de las posibilidades y enseñar a hacer buen uso de la libertad. Se ven mejor las propias posibilidades y talentos cuando quien ayuda a descubrirlos lo hace desde un rostro amigo.
El alumno no es un saco que debe llenarse, sino un fuego que debe encenderse. No un depósito de ciencia, sino un cristalino manantial que brotando de su interior forma el singular río por el cual debe hacer su travesía humana y eterna. La chispa para encender ese singular mundo, que hay dormido en cada alumno, con vistas a que se realice, es la amistad. Sin amistad no se puede educar.
Todas las aulas de los colegios y escuelas deben ser verdaderos departamentos de amistad. Sólo con amistad se pueden activar las fuerzas interiores para que se realice la propia personalidad, meta de toda educación. La amistad es el motor más seguro para activar ese colosal mundo que existe en los alumnos.
Las perfecciones fisiológicas y espirituales que están como dormidas en cada alumno, sólo se despertarán con verdadera amistad.
Formarse desde la amistad es acertar en el camino para que se viva con sentido la vida. Desde la amistad y con amistad se acepta fácilmente el puesto y la misión en la vida y se comprende el valor que la mínima acción tiene en la humanidad y en la sociedad concreta que nos toca vivir.
Presentarse en el aula como verdadero amigo, que buscará siempre su bien. Los niños, adolescentes y jóvenes que son tratados desde la sabrosa palestra de la amistad, no plantean problemas para el aprendizaje de la verdad en sus diferentes vertientes y áreas.
La esencia de la propia educación es que cada educando se convierta en el agente activo de su educación integral. El clima de amistad abre con gran facilidad el corazón del niño y adolescente a realizar ese maravilloso mundo que lleva dentro.
La formación no es construir a base de "fichas", sino hacer jugar las fuerzas interiores, para que reflexionando sobre Dios, el hombre y el mundo, se despierte en los alumnos el deseo de realizar su proyecto personal de vida. Desde el marco vivencial de amistad es como se puede realizar ese proyecto personal.
El secreto de la buena educación será respetar la naturaleza concreta del educando. Hay que estimularle pero dejándole libre. Esto es posible en una atmósfera de amistad, libre de roces sociales, impuestos por la propaganda, el ambiente, el dinero y los "slogans".
La educación ayuda a tomar conciencia de las posibilidades y enseñar a hacer buen uso de la libertad. Se ven mejor las propias posibilidades y talentos cuando quien ayuda a descubrirlos lo hace desde un rostro amigo.
El alumno no es un saco que debe llenarse, sino un fuego que debe encenderse. No un depósito de ciencia, sino un cristalino manantial que brotando de su interior forma el singular río por el cual debe hacer su travesía humana y eterna. La chispa para encender ese singular mundo, que hay dormido en cada alumno, con vistas a que se realice, es la amistad. Sin amistad no se puede educar.
Todas las aulas de los colegios y escuelas deben ser verdaderos departamentos de amistad. Sólo con amistad se pueden activar las fuerzas interiores para que se realice la propia personalidad, meta de toda educación. La amistad es el motor más seguro para activar ese colosal mundo que existe en los alumnos.
Las perfecciones fisiológicas y espirituales que están como dormidas en cada alumno, sólo se despertarán con verdadera amistad.
Formarse desde la amistad es acertar en el camino para que se viva con sentido la vida. Desde la amistad y con amistad se acepta fácilmente el puesto y la misión en la vida y se comprende el valor que la mínima acción tiene en la humanidad y en la sociedad concreta que nos toca vivir.
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