Enseñar a leer y escribir, así como otros aprendizajes importantes, es un asunto de la escuela. Pero usted, como mamá o como papá, cumple un papel insustituible.
Lo que los jovenes más necesitan desde muy temprana edad es a una mamá y a un papá (o a un adulto que ejerza esas funciones) que atienda sus necesidades y les dén, a la vez, la oportunidad de expresarse. La confianza en sus logros y posibilidades, y el estímulo para intentarlo favorecen que el joven se interese por las cosas del mundo, sea curioso y hábil para relacionarse con lo nuevo.
La escuela es para los jovenes un espacio social diferente al de la familia. Ellos necesitan que usted "tienda puentes" entre ambos espacios que favorezca la integración con su grupo de compañeros y con sus docentes, que se acerque a la escuela para averigua cómo les va y que participe toda vez que sea posible de aquellas actividades a las que lo hayan convocado. Observar a los jóvenes el cuaderno de clase, revisar sus útiles, ayudarlos a organizarse e interesarse en los asuntos e su escolaridad es equivalente a los cuidados que usted les daba cuando eran más chiquitos.
La educación es una tarea que requiere esfuerzo de todas las partes y durante mucho tiempo. Y, justamente, se espera que cada adolescente esté dentro del sistema educativo muchos años. Por eso es importante que no sólo los chicos estén "mentalizados" con respecto a que deben ir a la escuela, sino que también los padres deben hacerse a la idea de que con el comienzo de la escolaridad de cada hijo se abre una etapa que demandará de ustedes por mucho tiempo. ¿Es mucho trabajo? Según cómo se vea, sí. Pero también es la aventura de acompañar más plenamente el crecimiento de los chicos y el desafío de construir día a día un vínculo con ellos que les permita sentirse acompañados en el proceso de aprender, disfrutar más de sus familias y estar mejor preparados para el futuro.